Si las encuestas resultan ciertas, es claro que Gustavo Petro, más conocido en el mundo del hampa como el comandante «Aureliano» picó en punta para las presidenciales.
Y es que no voy a incurrir en el exabrupto de descalificarlo simplemente por su pasado guerrillero.
¡No!
De hecho han sido muchos quienes abandonadas las armas se han reintegrado a la sociedad como gentes de bien.
Pero es que con el comandante «Aureliano» la cuestión es a otro precio, y lo que me aterra de él es su personalidad enfermiza propia del más tenebroso psicópata, carente de todo resquicio de moral posible.
Porque fue el comandante «Aureliano» quien secuestró siendo miembro del M-19 a José Raquel Mercado y el mismo que le propinó el tiro de gracia.
Porque fue el comandante «Aureliano» quien ejecutó el plan avieso para secuestrar a Gloria Lara de Echeverri y el mismo que le asestó el balazo cobarde y certero; con el agravante de que estando ella embarazada era de suponer que contaría con la benevolencia de su verdugo.
Plan macabro que en honor a la verdad y como lo denunció en numerosas oportunidades su esposo Hector Echeverri Correa, fue preconcebido por Enrique Santos Calderón alias «Kike» y Daniel Samper Pizano.
Pero me aterra también que el comandante «Aureliano» haya tenido participación muy activa en el holocausto del Palacio de Justicia y que alguien denunciara su proclive inclinación a utilizar en ciertas ocasiones prendas de mujer para darle rienda suelta a su morbo propio de mente enfermiza.
Pero me aterra también que siendo alcalde de Bogotá hubiera tolerado y fomentado el Bronx que luego el alcalde Peñalosa lo tomó por asalto para cortar el mal de raiz. Calle del Bronx donde se traficaba droga; se violaba a niños inocentes; se prostituía a niñas de tierna edad; se practicaban la brujería y la santería; se descuartizaban como si fueran reces, los cuerpos de ciertas víctimas; servía de albergue a quienes caían en manos de los secuestradores etc etc.
Es decir, calle del Bronx que de haberla conocido Andre Malraux de seguro la habría recogido en su inmortal obra La Condición Humana, pues en las guerras de la Shanghai de 1927 que sirvieron de antesala a la Revolución China de 1949, no pasó algo más escabroso.
Y me aterra también que como alcalde hubiera dejado la ciudad en la ruina y que como testimonio de su «probidad» y «rectitud» la Contraloría Distrital le haya abierto investigación por más de doscientos mil millones de pesos.Y qué decir del negociado de la Conejera y el turbio manejo que le ofreció estando de por medio un cuñado.
Y qué decir de su ineptitud para manejar el tema de las basuras, el Metro, las nuevas rutas de Transmilenio, la Aló; sin olvidar las calles vueltas pedazos; sin referirme al tema de los colegios que nunca se construyeron ni a los hospitales que se quedaron en simples proyectos.
Y para no extenderme demasiado, debo decir que los problemas de la movilidad y la inseguridad no sólo no se resolvieron durante su administración sino que crecieron exponencialmente.
Es decir, la ciudad patas arriba que fue la misma que recibió Enrique Peñalosa y que desesperadamente éste trata de enderezar.
Todo ello en demostración fehaciente de que la extrema izquierda cuando llega al poder no deja títere con cabeza.
En fin, que los colombianos tenemos tiempo suficiente para reflexionar y decidir en las urnas entre el castrochavismo rampante y la derecha moderada que nos permita recuperar el rumbo.
Por eso pienso que por fortuna ¡guerra avisada no mata soldado! y que ojalá los resultados de las encuestas se reviertan en los próximos meses, pues de lo contrario vamos camino a convertirnos en la segunda Venezuela, con todos sus horrores.
3 de septiembre de 2017.
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